La Botiga es un proyecto que nace de la idea de proveer una experiencia única a sus clientes por medio de su pastelería y café de especialidad. El diseño se basó en directrices de diseño muy claras: el espacio debía ser acogedor pero a la vez evocar una elegante sencillez. 

El local se organizó principalmente a partir de dos grandes vitrinas que marcar un recorrido lineal muy claro, diseñado para entrar, recorrerlo y apreciar toda la pastelería y panadería, similar a un museo, antes de llegar al punto de venta. En este espacio reducido fue crucial entender la operación y otorgar a cada actividad los centímetros adecuados.

La selección de materiales responde a criterios de sustentabilidad al poder tener flexibilidad a futuro en caso de que el local requiriera transformarse, generando así menos deshechos y demoliciones. Todos los materiales fueron surtidos localmente y todo el mobiliario fijo y no fijo se fabricó en Monterrey. La paleta es sencilla y de colores claros para maximizar la luz natural y lograr una percepción de mayor amplitud, siempre teniendo en cuenta que el lugar debía sentirse cercano a las personas.

La mayoría de los elementos conservan cierta linealidad para tener una armonía visual; se buscó que dichas líneas coincidieran en varios aspectos, desde niveles de vitrina, hasta barras y repisas. Todos los elementos se fabricaron en madera de encino lo cual le dio mayor calidez al espacio.